Consecuencias costosas de pasar por alto el ahorro de energía industrial
"Si se duerme en los laureles, acabará perdiendo". Si no aprovecha la oportunidad, después sufrirá las consecuencias, y es algo que sobre todo ocurre en las empresas. La detección de un posible ahorro de energía no es una excepción.
Hace cien años, si seguía utilizando caballos y carretas para transportar mercancías mientras sus competidores usaban camiones, su empresa seguramente no duraría mucho. Hace veinte años, si era de los que pensaba que Internet sería una moda pasajera, su cuota de mercado probablemente terminase desplomándose.
Hoy en día, esas oportunidades están en la tecnología preparada para el futuro, y perderlas significa quedarse atrás. Los equipos preparados para el futuro pueden costar más al principio, pero ahorrarán dinero a largo plazo. Esto se debe a que reducen los costes de producción y ofrecen otras ventajas. La inversión inicial se recuperará rápidamente e incluso se superará.
Por eso, la verdadera pregunta que los ejecutivos deberían plantearse no es "¿Qué le está costando a mi empresa ser ecológica?", sino más bien "¿Qué le está costando a mi empresa no ser ecológica?"
La respuesta es "mucho".
Costes de producción más altos
Lo más importante es que las empresas que se nieguen a invertir en tecnologías más limpias no podrán reducir considerablemente sus costes de producción. Los competidores están ahorrando dinero en energía mediante el uso de energía solar, innovadores sistemas de recuperación de calor residual y sistemas de conversión de energía. Las empresas que utilizan equipos obsoletos tendrán mayores costes de mantenimiento y energía.
Este efecto se magnifica cuando se trata de maquinaria que consume mucha energía, como los compresores. El precio de compra tan solo es una parte del coste total de propiedad, mientras que el dinero gastado en energía representa el 80 % del mismo.
Las empresas que no utilizan la tecnología moderna acaban gastando más dinero en electricidad, lo que les supone más dificultades.
Pueden transferir los costes adicionales a los consumidores o hacer recortes en otros lugares. También son mucho más vulnerables a las fluctuaciones del coste de la energía.
Si, por ejemplo, un país decide aumentar los impuestos que gravan las fuentes de energía tradicionales, las empresas que siguen dependiendo de la tecnología tradicional e ineficaz acabarán pagando incluso más.
Por último, tampoco podrán obtener ayudas del gobierno, como subvenciones y exenciones fiscales, para comprar equipos energéticamente eficientes.
Pérdida de reputación
Las empresas que no reduzcan el consumo de energía pueden dañar su reputación, aunque los costes de producción aumenten.
En un mundo en el que la conservación del medioambiente es crucial, las empresas que usan tecnologías energéticamente eficientes resultan más atractivas tanto para los clientes como para el personal. Estas empresas pueden plasmar su compromiso con un mundo más limpio en actividades de marketing o en las etiquetas de sus productos.
Esto puede aumentar la fidelidad y el respaldo tanto de los clientes como de los empleados.
Por el contrario, las empresas que no realicen esas inversiones se considerarán como un obstáculo para lograr un futuro sostenible. Además, la tecnología de las energías renovables se percibe como innovadora y, por lo tanto, las empresas que sigan dependiendo de tecnología "obsoleta" se considerarán inferiores a sus competidores.
Esto es especialmente importante en lo que respecta a la contratación de profesionales cualificados.
Para atraer y retener a los mejores empleados, las empresas no pueden dar la imagen de que se encuentran en vías de progreso.
Incertidumbre
En este mundo acelerado, saber planificar por adelantado es muy importante para los directivos. En la mayoría de los casos, las sorpresas no traen nada bueno a las empresas. El uso de equipos antiguos e ineficaces hace que las empresas sean vulnerables a cambios repentinos y drásticos, como una nueva ley medioambiental o una sentencia judicial que prohíba ciertas máquinas. Las empresas que se adelantan a su tiempo con una tecnología innovadora y preparada para el futuro no tienen que preocuparse de que un buen día tengan que sustituir sus equipos.
Si bien todas estas razones deberían ser lo suficientemente convincentes para que las empresas trabajen para reducir los residuos y el consumo de energía, quizás el mejor argumento sea que la tecnología de las energías renovables es inevitable.
Los consumidores exigirán cada año que las empresas sean más responsables y las normas medioambientales también serán más estrictas. Además, cada año que una empresa pase sin tomar medidas, más atrás se quedará.